Incluso, cuando durante la conferencia de prensa de ayer alguien dirigió una pregunta al grupo en general y la mayoría de los jugadores se miraron para ver quién respondía, el propio Manu saltó: "Que conteste el capitán", refiriéndose a Luis Scola, el pivote de Houston, que con su presencia sin faltas en todos los torneos de la selección, además de sus excelentes trabajos, se ganó desde hace varios años el privilegio de ser el capitán.
Pensar que en 2004, en los Juegos Olímpicos de Atenas, Scola era un suplente más, detrás de Fabricio Oberto y de Rubén Wolkowyski.
Juan Ignacio Pepe Sánchez, que regresa al equipo luego de 5 años (Mundial de Japón 2006) y después de haber sido casi un ex jugador (estuvo casi un año y medio sin jugar), apoyó la filosofía de Ginóbili. "Debo interpretar que en estos cinco años los roles han cambiado; las jerarquías son diferentes. Antes yo era un líder que tomaba decisiones dentro y fuera de la cancha, hasta peleaba con los dirigentes por diferentes mejoras; hoy sé que me toca otra función. Tengo que colaborar en silencio y ayudar a Pablo (Prigioni), que desde hace años es quien hace funcionar al equipo desde la base".
Pepe, que siempre utilizó la camiseta número 4, incluso en la NBA, hoy deberá buscarse otro número. "Sé lo que significa la 4 para Luis Scola, por eso ya en el Mundial de Japón se la di sin problemas".
La madurez siempre fue un sello distintivo de la Generación Dorada, que hoy habla de compromiso y de concentración en el objetivo de clasificarse para Londres 2012 sin distracciones. Saben que tienen que abstraerse del ambiente festivo que los rodeará en Mar del Plata. Y así lo harán, seguramente.
mromano@lanacion.com.ar
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