Jugadores inspirados que logran récords de triples históricos (Ray Allen), jugadores bloqueados que no dan una (Ray Allen), jugadores a los que le puede la presión (Kevin Garnett) y jugadores picados, motivados, que arrasan (Kevin Garnett). Escuderos que se visten de héroes (Fisher), y héroes que se quitan el traje cuando los suyos más les necesitan (Kobe), para volver a ponérselo, y volver a intentar salvar al mundo, solo (Kobe) o acompañado (Pau, Odom). Los jugadores más diplomáticos creando polémicas (Pau) y despertando a las bestias (Garnett), los suplentes más secundarios resolviendo papeletas (Glen Davis, Nate Robinson). Aprendices que defienden como veteranos (Tony Allen). Entrenadores que se dejan la vida por un tiempo muerto (Rivers), multimillonarios castigados por su mal hacer, por su poco hacer (Vujacic, Artest) y otros que brillan por su ausencia, o presencia (Farmar). Inteligencia en pequeñas dosis (Walton), y gigantes que quieren y pueden, pero les duele (Bynum), y otros que Entrenadores inmóviles, que se mueven (Jackson).
Tiros fallados, posesiones desperdiciadas, errores imperdonables desde la línea, egoísmos y malas decisiones, manías arbitrales diarias, faltas, muchas faltas, ventajas desperdiciadas, errores de pizarra, nubarrones y competitividad, mucha competitividad. Desde luego no están siendo unas Finales perfectas, pero a quién le importa que el mundo se vuelva del revés en Boston, como antes lo hiciera en Los Angeles.
Hay emoción, pasión, juego, talento y gritos, los de la grada, entregada de costa a costa. Nadie sabe quién ganará el quinto, ni quién ganará el título. Tampoco se puede predecir si el domingo habrá que odiar a Kobe o llamarle MVP, engrandecer a Allen o hundirle en la miseria, aplaudir a Pau o frustrarse porque no está, o no le buscan.
Es un misterio impresionante que no te da un respiro, que te manda a la cama cabreado pero emocionado, o que te hace dormirte aliviado pero preocupado. No hay tregua. Lo grande de estas Finales es que son un misterio. Nadie puede recrearse estos días con lo mucho que echa de menos los duelos de los Lakers-Celtics de los ochenta viendo estos partidos de 2010, el de estos obreros imperfectos del baloncesto del Siglo XXI, que a mí, me enca

