Uno de los estandartes de la generación dorada perdió
las motivaciones luego de obtener la medalla dorada en Atenas 2004; hoy,
convocado por Lamas para el Preolímpico, Pepe Sánchez vuelve a vivir.
Hace
cuatro años, en Bahía Blanca, sentado detrás de su escritorio de
ejecutivo de la empresa de indumentaria deportiva AND 1, mientras
permanecía sin equipo y luego de haber renunciado a la selección
nacional, Juan Ignacio Pepe Sánchez dejó una reflexión conmovedora:
"Después de ganar la medalla dorada en Atenas 2004 sentí un gran vacío;
perdí la pasión por jugar, fue como que me quedé sin metas, sin
objetivos".
Al
año siguiente, cuando aún continuaba sin club y ni ganas de volver a
Europa tenía, en ocasión de un amistoso de la selección en su ciudad,
recibió plaquetas, regalos y un gran reconocimiento por su paso por la
Generación Dorada. "Por mucho tiempo fui un ex jugador. Excepto ese mes y
medio que estuve en Obras Sanitarias, no volví a sentir ganas de jugar
hasta que empecé con el proyecto de armar algo importante en Bahía,
apoyado por la empresa Weber (N. de la R.: dedicada a la construcción,
main sponsor del club Estudiantes hasta 2014)."
-¿Descansaste y el desafío empresarial te devolvió las ganas?
-La
inactividad me fue quitando dolores, ya no sentí molestias en los
tobillos y por las ganas que tenía de que el proyecto funcionara empecé a
entrenarme y ponerme bien físicamente. Me costó mucho y fue algo muy
paulatino. Fui tomando ritmo, empecé a sentirme bien, dispuesto
mentalmente. Fue clave el hecho de estar en casa, con mi familia y mis
amigos; fueron estímulos muy fuertes. Ocuparme de organizar esa empresa y
armar un buen equipo me permitió volver a sentir ganas de jugar, de
quedarme a tirar después de un entrenamiento. Dejé de sentir que el
básquetbol era un trabajo. Realmente volví a disfrutar del deporte.
-¿A ese extremo habías llegado?
-Lo
que pasa es que en la alta competencia los técnicos y los preparadores
físicos son muy exigentes, y yo me había saturado de eso después de
varios años en Europa.
-Esta
convocatoria de Julio Lamas para que volvieras a la selección supongo
que debe ser una de las cosas más insólitas y sorpresivas que te pasaron
en tu carrera.
-Sin
dudas. Y lo mejor fue que no lo busqué. Nunca se me había ocurrido
volver a la selección. Fue algo muy natural. Yo fui sintiéndome cada vez
mejor y daba la casualidad que cuando Julio -Lamas- veía a mi equipo yo
tenía buenas actuaciones. Una cosa fue llevando a la otra.
-¿Qué significa esta citación, entonces?
-La
tomo como un regalo a mi carrera. Además, es un torneo hermoso para
jugar, justo frente a tu público. Ideal para cerrar una carrera.
Entiendo que es como tener un hijo a los 40 años, algo así.
-¿Querés decir que si se clasifican te excluís de ir a Londres 2012?
-Cualquier
jugador a mi edad (34 años) sabe que tiene que ir viviendo el día a
día, tratando de saborear cada cosa buena que te pasa. No cierro nada,
veremos el año que viene.
-Fuiste
siempre un líder dentro de la Generación Dorada. Cinco años después (su
último torneo fue el Mundial de Japón 2006), ¿qué lugar tenés en el
equipo?
-Otro,
sin duda. Por suerte, en este equipo todos interpretamos muy bien los
roles que nos corresponden. Las jerarquías han cambiado, son diferentes
ahora y yo tengo que respetar que estoy en otro plano. Antes tomaba
decisiones adentro y afuera de la cancha, pero ahora los líderes son
otros. Yo vengo a colaborar, a disfrutar y a darle una mano a Pablo
Prigioni en la base.
-Debe ser difícil para un tipo como vos, que siempre fue líder.
-Hay que adaptarse. Tengo que ayudar y, en todo caso, ser un líder, pero silencioso.
-Hablame de Prigioni, ¿creés que tienen un estilo parecido?
-Creo
que tenemos estilos muy parecidos, con mucho liderazgo. La diferencia
es que yo tuve la suerte de compartir la base por mucho tiempo con
Alejandro Montecchia. Pablo nunca tuvo al lado un base de su misma
calidad y se vio obligado a jugar 35 minutos todos los partidos. Pese a
eso, hizo estos años un trabajo fantástico. Porque es desgastante y
difícil mantener tan alto nivel por tanto tiempo en la cancha. Incluso,
para él fue complicado insertarse y tomar el liderazgo de un grupo que
venía jugando junto desde hacía años. Por suerte, pudo hacerlo.
-Esto del cambio de liderazgos te llevó a dejarle tu número de camiseta (4) a Luis Scola.
-Ya
se la había dado en Japón. Para Luis el 4 es mucho más importante que
para mí, porque el papá jugó siempre con ese número. Y yo tomé la 6 en
homenaje al Puma Montecchia, que se había retirado.
-Pensar que Scola era un suplente en tu época y hoy es un gran líder...
-Él
y Manu son los grandes referentes que tiene este plantel. Son los dos
más grandes jugadores de la historia argentina, por lo que hicieron en
la selección y en el exterior. Además, son grandes ejemplos.
-¿Creés que jugar de local, ante tanta euforia del público, los puede distraer?
-Va
a ser especial, habrá muchas posibilidades para distraerte, pero este
grupo tiene la disciplina de saber enfocarse y sabrá aislarse en las
situaciones decisivas.
-¿Cómo te sentiste en este regreso, en estos primeros días de trabajo?
-Muy
bien. Fueron intensos y me produjeron algunas contracturas en los
gemelos, pero nada complicado. Por suerte, llegué con un buen nivel
físico por lo que jugué en la Liga este año y porque me preparé con
tiempo en Bahía.
-Por último, ¿vas a devolver todas las plaquetas y regalos de tu despedida?
-Ja,
no, los dejo a cuenta? Fue un reconocimiento muy lindo, pero no siento
vergüenza de volver a empezar. Lo tomo con mucha responsabilidad y como
un premio al esfuerzo de volver a jugar en mi país.
Fuente: Miguel Romano / Diario La Nación


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