Después de un fin de temporada bastante decepcionante los amarillos afrontaban los Playoffs con poca o ninguna fe. Orlando y Cleveland eran los máximos candidatos al título y con todo merecimiento, habían ganado la ventaja de campo. Los Celtics, como los Lakers, no estaban bien, y casi nadie los metía en sus quinielas. La decepción del juego de L.A. se fue disipando a medida que avanzaba la postemporada pero no así la impresión de que este año no había nada que hacer, por la hipotética ventaja de campo perdida. Por eso, que los angelinos hayan tenido la suerte de medirse precisamente a los verdes, los únicos contra los que se aseguraban arrancar en casa, es como si les hubiera tocado la lotería. Por no hablar del morbo, la emoción, la rivalidad histórica, las audiencias... que pueden dar esta serie, la de las Finales perfectas.
Existen suficientes precedentes como para pensar que más les vale a los angelinos no confiarse, desde luego, pero tampoco se puede ignorar que tienen un plus, un comodín en la revancha, un aliado pabellón para empezar con confianza, en casa, ganando. Y después... ya sabemos cómo se las gasta la historia con Phil Jackson cuando arranca bien en el primer encuentro.
La victoria de la noche de estreno será decisiva, por historia, la del Maestro Zen, y porque veremos realmente si el nivel de los amarillos les da para superar la defensa de Boston, las tácticas de Rivers, el juego psicológico de Garnett, la inspiración de Pierce y la genialidad de Rondo. Veremos si el inferior banquillo de Lakers puede hacer un esfuerzo y hacer frente al de los Celtics, o por el contrario, desperdiciará, según la tónica habitual, las ventajas conseguidas por los titulares, que para mí, ellos sí, son superiores a los verdes. Confío en el nivel del dúo y en el del escudero del dúo, confío en que Bynum aguante, y confío en Artest (que hará tonterías, pero las compensará, como viene haciendo todos los Playoffs). Lo que me crea más dudas es si Phil Jackson tomará decisiones o dejará hacer, que fue lo que les hizo perder hace dos años, si la defensa amarilla bastará para frenar a Boston, y el desnivel de calidad, de nuevo se me viene a la cabeza, en los banquillos suplentes. Aunque, si todo esto falla, todavía me queda la esperanza de la inteligencia de Pau y la genialidad de Bryant. Y por supuesto, la lotería, la ventaja de campo.

